martes, 13 de octubre de 2015

Pasión Vega - "Tango de la Menegilda" de "La Gran Vía"



Pasión Vega interpretando el "Tango de la Menegilda" original de la revista lírico-cómica, fantástico-callejera en un acto "La Gran Vía", con música de Federico Chueca y Joaquín Valverde, y libreto de Felipe Pérez y Gónzalez, estrenada el 2 de julio de 1886 en el Teatro Felipe de Madrid. Representada mil veces seguidas, en su primera etapa, con un éxito rotundo en Madrid, se ha representado en innumerables ocasiones fuera de nuestras fronteras sorprendiendo por su frescura y "descaro". El proyecto, que en un principio era una "revistilla" veraniega, consiguió tal éxito que pasó del Teatro Felipe al "Apolo" instalándose durante cuatro temporadas.
El tango de la Menegilda, una criada doméstica que canta "Pobres chicas las que tienen que servir...", interpretado en su estreno por la burgalesa de 17 años Lucía Pastor, lo cantó cuatro veces, y "El Elíseo", el otro número que interpretaba , lo tuvo que bisar. El triunfo con "La Menegilda" fue tan clamoroso, obtuvo tantísima popularidad que a partir de entonces se empezó a a llamar "Menegildas" a las chicas de servicio. A Lucía Pastor le sucedió lo que a otras muchas artistas de la época, el matrimonio le apartó de los escenarios a los 22 años, aunque las imborrables interpretaciones en "La Gran Vía" hicieron merecer el homenaje que recibió en el Círculo de Bellas Artes en 1952 y la Medalla al Mérito del Sindicato del Espectáculo en el año 1942.

Pobre chica
la que tiene que servir.
Más valiera
que se llegase a morir.
Porque si es que no sabe
por las mañanas brujulear,
aunque mil años viva
su paradero es el hespital.
Cuando yo vine aquí
lo primero que al pelo aprendí
fue a fregar a barrer,
a guisar, a planchar y a coser.
Pero viendo que estas cosas
no me hacían prosperar,
consulté con mi concencia
y al punto me dijo: «Aprende a sisar»
Salí tan mañosa, que al cabo de un año
tenía seis trajes de seda y satén.
A nada que ustedes discurran un poco...
ya han adivinao
o se han figurao
de donde saldría...
para ello el parné.
Yo iba sola
por la mañana a comprar,
y me daban
tres duros para pagar;
y de sesenta reales
gastaba treinta, poquito más,
y lo que me sobraba
me lo guardaba un melitar.
Yo no sé como fue
que un domingo después de comer
yo no sé que pasó
que mi ama a la calle me echó.
Pero al darme el señorito
la cartilla y el parné,
fue y me dijo, por lo bajo:
«Te espero en Eslava tomando café»
Después de este lance serví a un boticario,
serví a una señora que andaba muy mal;
me vine a esa casa y allí estoy al pelo,
pues sirvo a un abuelo
que el pobre está lelo
y yo soy el ama…
y punto final.

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